Enigmatic Lady

LA EVOLUCIÓN

LA EVOLUCIÓN
¡Me encantó!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Rompecabezas

Una historia tangible, hasta que llega el final y todo vuelve a ser un plato roto.


La parte interesante de la historia
Si hay algo interesante en la película "Rompecabezas" es el comienzo: un festejo, una mujer de mediana edad ocupándose de servir las quinientas cazuelitas de fiambres para luego rematar con un plato principal exhuberante y bien adornado, gente de mediana y corta edad absortos en una charla donde ella no tiene participación, bullicio, nervios y, tal vez, algo de rabia. En ese contexto, llega el primer suceso real: se cae un plato. Sí, sólo eso. Ese plato que servía candidamente a los demás termina en el piso. La mujer, presurosa, toma una escoba y barre los pedazos. Vuelve a la cocina y se queda contemplando las piezas del plato, una al lado de la otra, intentando reconstruir el objeto. Pero no es posible: falta una pieza. Preocupada, ella se agacha y se pone a buscarla entre los pies de algún invitado. No la encuentra. Para ella, es importante encontrar esa pieza. La traslación de ese plato a la vida misma ocurre en cuestión de segundos. Familia, hijos, un novio que la acompaña y la quiere en el transcurso de esa etapa que suele ser amarga. Falta una pieza. No logra construirla por medio de paciencia esperando que alguien reconozca su trabajo en la casa o gracias a su preocupación constante para que todos estén contentos. Ella no es feliz. Falta una pieza. Inmediatamente después, la vemos prendiendo las velitas de una torta y llevándola hasta el centro de la reunión. Segundos después, le están cantando el feliz cumpleaños.Tal vez, otro cumpleaños más del que ella es artífice, cumpliendo con el rol de anfitrión e invitado a la vez. Otro cumpleaños que, justo cuando empieza a disfrutarlo, todos emprenden el regreso a casa. El lugar, que había sido invadido hacía unos minutos, ahora reza en silencio. Ella parece en paz. Recién ahora, va a dedicarle un momento a los regalos. Sorpresa: un magnífico rompecabezas con la imagen de una esfinge egipcia. Abre la caja, retira las piezas de la bolsa suavemente y se pone a armarlo. Al cabo de un corto tiempo, la mujer se da cuenta de que tiene facilidad para armar rompecabezas y, también, lo hace rápido. Del mismo modo, fluye la historia. La mujer le pregunta a su tía dónde compró el rompecabezas y se dirije a la tiendita. Allí, se encuentra con un papelito que contiene una dirección de email. Va a un cyber-café y, enfrentándose al hecho de que no tiene ni la más pálida idea de cómo usar una máquina, encuentra ayuda en la empleada del local que confecciona y envía el correo electrónico por ella. Un llamado. Otro llamado. Se contacta con el hombre que la busca. Lo visita. El hombre es, quizá, lo que siempre soñó para ella: acaudalado, de buen gusto y además, le encantan los rompecabezas como a ella. Pero eso no era lo más importante. Lo importante era encontrar esa pieza que faltaba y ahí estaba. No era el hombre en sí mismo sino la tarea que emprenderían juntos y el reconocimiento de que hacía algo bien. Tal vez, era la primera vez que comprobaba que servía para algo más que hacer los quehaceres del hogar. En el fondo, ella lo sabía. Siempre lo supo. La meta: participar del torneo internacional de rompecabezas que se llevaría a cabo en Alemania.
Mientras mantiene oculta su pasión y la idea de participar del torneo, los personajes que conviven con ella quedan desconcertados cuando se dan cuenta de que los quehaceres del hogar quedan en segundo plano. Uno de esos momentos: ella llega apuradísima y muy tarde, se da cuenta de que no hay queso, él dice que ya se ocupó de comprarlo pero no está muy contento.
Llega la revelación. La mujer le cuenta a su novio del concurso. La respuesta: una risa estúpida y contenida que le recuerda su imbecilidad. "No me parece gracioso", dice ella y se niega a aceptar que es inservible.
Desde ese momento, ya saben que el ama de casa va a eximirse de algunos quehaceres y se las tendrán que arreglar solos. Todo parece ameno y tranquilo. La pareja de juego parece invencible, ganan el premio nacional y les dan los pasajes para Alemania. Todo lo demás debería ser fluido: se preparan para el torneo internacional, arman los bolsos, la familia entiende que ella realmente necesitaba encontrar placer en algo más que hacer las tareas del hogar y la despiden con un abrazo comprensivo y cariñoso.
Nada de esto sucede: la realidad es que el ama de casa termina relacionándose sexualmente con su compañero y eso, hasta parece hacerla feliz. Pregunto: ¿hay necesidad de aniquilar una historia que podía ser hermosa? A esa altura, realmente no importa que al viejo se le de las ganas de no ir a Alemania sin exponer justificadas razones, porque el encanto de alcanzar un logro personal, un verdadero sueño para la mujer, quedó pisoteado, ultrajado, vejado, en segundo plano y enajenado por la lujuria superficial de estar con un hombre casi "irreal". Los rompecabezas, el pasaje a Alemania, una orden de compra que habían ganado, el trofeo... todo quedó en un anaquel que ella expone orgullosa en su casa.
Pueden decirme que "tengo que entender, que tengo que aceptar el personaje con sus errores", pero hay una persona que crea al personaje. ¿Acaso recurrir a la infidelidad no es un tema viejo ya? ¿No sería más ingenioso, dados los tiempos de destape sexual de las últimas décadas, cambiar el final por algo más profundo que el sexo clandestino en sí mismo? ¿No se convertiría el personaje de la mujer en un verdadero ejemplo de mujer si aceptara que lo verdaderamente valioso es la realizac
¡No sé de qué te reís, María!
ión personal y, por más ganas que tenga de acostarse con el viejo, no va a dejar que nada interfiera en su sueño? Van a decir que eso suena a represión pero, si al menos la mujer tuviera sentimientos nobles que entraran en juego, ahí podríamos hablar de la necesidad de incluir una escena de sexo. No, el objetivo de la escena es sólo cumplir con la fantasía sexual del ama de casa que, muy probablemente -y no la justifico- hubiese pasado en Alemania, dado el contexto, pero tenían que mostrarlo en cámara para que quede claro que una mujer de 50 años todavía puede cumplir sus fantasías sexuales. Bah!!! Ya existen muchas películas XXX con esa misma trama del ama de casa aburrida que busca placer fuera de casa. Eso no fue nada original.

ROMPECABEZAS, opera prima de Natalia Smirnoff
Con María Onetto, Antonio Goetz y Gabriel Goity.

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