Enigmatic Lady

LA EVOLUCIÓN

LA EVOLUCIÓN
¡Me encantó!

jueves, 16 de diciembre de 2010

AL DISTRITO FEDERAL, POR FAVOR

Era un viaje largo, pero se nos hizo corto. Con destino Ciudad de México, nos embarcamos con la Rubia Aleonada en un vuelo que no transcurrió por aire sino por tierra. Mientras el aeroplano avanzaba con velocidad por la ruta ancha, los camiones sin conductor que pasaban por al lado saludaban haciendo sonar la bocina. La Rubia ocupaba la ventanilla y señalaba un acoplado color coral que andaba a fuerza de imaginación.
Tenía la ilusión de ver a Karlita, y a su familia, y a sus amigos. También, quería que la Rubia la conociera. Sabía que iban a ser dos días en el DF y otros tres días en alguna otra ciudad. Estadía corta para tan largo viaje. Recordé haber hablado con Él y decirle que eran sólo cinco días, recordé haberlo abrazado mucho y sentí que lo extrañaba.


Al cabo de unas horas, el avión se detiene (no aterriza porque va por ruta) e imagino que estamos en algún país de Centroamérica, tal vez limítrofe, pero no podía precisarlo porque sólo estábamos en el aeropuerto. Habia que desembarcar y esperar una hora hasta que retome el "vuelo". El aeropuerto estaba lleno de gente. Alrededor, había vegetación. Nos quedamos boludeando con la Rubia, mientras recorrimos la pista, con las mochilas al hombro. Extrañamente, cargaba en mis manos un par de zapatillas, una alpargata roja y otra blanca. Me preocupé por no encontrar el otro par de las alpargatas. Me puse a mirar el bolso y, de un momento a otro, la Rubia le estaba contando chistes a un grupo de gente local que la rodeaba y se reía. Aproveché para apoyar la mochila sobre el asfalto y buscar las alpargatas que me faltaban. En un momento, perdimos la noción de que teníamos que volver al avión. La Rubia se acerca y me pregunta: ¿está todo bien, negra?
-Che, ¿no hay que volver al avión?
-Y... no sé.

Sacarnos la duda no fue prioridad y seguimos caminando aunque mi voz interior repetía "deberíamos estar volviendo, deberíamos estar volviendo". ¿Viste cuando sabés que estás haciendo algo mal en el momento en que lo estás haciendo mal pero lo seguís haciendo mal porque... mmm... anteriormente creías estar en lo correcto y sos tan porfiada que no querés aceptar que te estás equivocando o porque, simplemente no te dan ganas de hacer las cosas bien? Bueno, eso pensaba mientras deambulábamos. Al cabo de unos minutos:
-Uh, vamos a perder el avión -dijo la Rubia y ahí nos preocupamos.
Empezamos a correr sin dirección alguna. Vimos gente subiendo la escalera hacia un Boeing pero no era el nuestro. Y seguíamos corriendo. La mochila se movía con el cuerpo y el contenido se agitaba dentro. Podía oir que eso sucedía mientras corría. Al final, no encontramos nada y perdimos el vuelo. Pero no estábamos seguras. Creíamos que por algún lado estaba ese maldito avión. Entramos al aeropuerto nuevamente y esperamos. En eso, entra Georgina apuradísima. Nos ve pero no se detiene.

-Me voy, me voy, me voy... me voy a Uruguay. Chau, chau, no las saludo porque pierdo el avión -y la vemos desaparecer por la manga.

La veo alejarse, me doy vuelta y ahí estaba Haydée, muy pituca, un poco más flaca y unos centímetros más alta, tal vez porque tenía tacos. El pelo lo tenía súper brillante y sedoso, más claro que de costumbre, irradiaba una luz muy linda. Tenía la cara iluminada y vestía un trajecito de chenille muy "Jackie O", con falda a cuadros y saco blanco. Me dice:

-Nos compramos un perrito y unas carteras, y estábamos muy contentos.


Salimos y descubrí, por la geografía del lugar, que ya estábamos en suelo mexicano. Me puse a mirar la ruta y había una parada de colectivo. Alguien me había dicho que el número 165 iba al DF pero estaba en el 45 e igual, pensaba que iba a llegar. Me senté al lado de una muchacha de pueblo y mientras el micro avanzaba por un campo con vacas, la chica balbuceó:

-A mí lo que me da miedo es lo de las vaquitas, la enfermedad de las vaquitas.

Pensaba que el virus de "la vaca loca" se transmitía por aire y no quería abrir la ventanilla por miedo a contagiarse. La Rubia iba colgada del pasamanos porque le molestaba sentarse en verano. Decía que le iba a transpirar el trasero. Ya estábamos llegando. Sabía que me reencontraría con Karlita y eso me aba mucha ilusión.

Si les gusta lo onírico, tienen que ver Paprika, un excelente largometraje animado donde los sueños se confunden con la realidad. Hagan un click AQUÍ para ver el trailer.

ACCIÓN CONSECUTIVA NO COHERENTE CON EL RESTO DEL RELATO:

Estoy en el avión con Mamá. El avión sí vuela. Estoy del lado de la ventanilla. Todas las persianas están bajas, menos la mía. No veo nada a través del vidrio, sólo la oscuridad de la noche sin luna ni estrellas. Mamá tenía el pelo enrulado.
Un niño muy muy pequeño anda suelto paseando por los pasillos. Mamá le habla con la voz afectada, más aguda, pensando que así suena más dulce y parece tener efecto en el nene, que se queda con las manos en la falda de Mamá y los ojos, fijos y risueños, la miraban. Por momentos, perdía la atención. En un momento, aparece la madre, muy simpática y se queda charlando con Mamá hasta que de repente, el nene le vomita la falda. FIN

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