Enigmatic Lady

LA EVOLUCIÓN

LA EVOLUCIÓN
¡Me encantó!

lunes, 27 de diciembre de 2010

Heredarás el viento - un clásico que no te podés perder

En los últimos días, estuve merodeando por el canal TCM y así me enteré del ciclo "los 50 clásicos que no te podés perder" que simplemente se reduce a la transmisión de cincuenta películas que, a criterio de TCM (o de Axel Kutchevatsky), son las que nadie puede dejar de ver.

El sábado pasado, enganché dos clásicos en consecutiva: una Top Gun (que según Tarantino, es la película más gay de la historia) y la otra Gremlins. De Top Gun pude rescatar una serie de escenas de aviones muy bien filmadas que se conjugan con una banda de sonido cautivante y explosiva. Más de una vez escuché chicos teniendo el deseo platónico de ser como Maverick y conquistar al sargento de turno, papel arrogado por la gigante Kelly McGillis, que le llevaba por lo menos una cabeza de altura a Tommy Boy. Me pregunto en este momento si no habría otra opción además de Kelly McGillis y Tommy Boy, que hacían una pareja bastante despareja en términos de centímetros. Igualmente, Schumacher logró escenas donde se pudo disimular la diferencia pero, como espectador, yo no me como esa galletita. Jaja. ¡Qué gracioso!

Por otro lado, Gremlins resultó desilusionante. Más allá del uso de robots (ampliamente superado por la animación computada una década más tarde), me di cuenta de que lo que me apega a esa película es simplemente la infancia. Cuando era chica me divertía con esos muñequitos y me fascinaba Gizmo. Todos querían un Gizmo en casa, es verdad. Pero las escenas de los gremlins propiamente dichos (porque antes de convertirse en criaturas feroces, se llamaban "mogwai") dejaban bastante que desear.

Esos clásicos ochentosos (ochenteros, en otros países) se mezclan con otros clásicos de mejor calibre como películas de Hitchcock o aquellas protagonizadas por John Wayne. No veo cómo Gremlins cayó en el chart.

Pobre Charles, fue un incomprendido
Pero un clásico que TCM dejó olvidado es Heredarás el viento. La trama es sencilla pero las discusiones que puede generar son numerosas: conflictos con la iglesia, el creacionismo vs. Darwin, la ciencia. Cuando la fé se pone en juego, mucho se arriesga. Pero lejos de tomar partido por la fé o por la ciencia, la película (que se basa en un caso real, luego llevado al teatro y posteriormente, al cine) trata de los estragos que causan la ignorancia y el fanatismo. Sin faltar el respeto a los creyentes, muestra cómo, al igual que en la época de la Inquisición pero con menor grado de violencia, los filigreses obstinados no pueden considerar la existencia de otra serie de eventos más que aquella detallada en la Biblia. Cabe aclarar que la ignorancia no se radica en la fé sino en la negación absoluta a incorporar otro tipo de conocimientos que pueda poner en juicio la fé. Me resulta tan pero tan interesante la temática. Se pueden sacar tantas conclusiones del hecho. Hablando de eso, el hecho en cuestión: un maestro de escuela superior en una localidad rural enseña la teoría de Darwin a sus alumnos, acto seguido: los padres lo denuncian porque una ley local prohíbe la enseñanza de toda teoría que entre en conflicto con el creacionismo. El maestro es arrestado y comienza el juicio. El fiscal de la corte: un experto en el evangelio candidato a presidente varias veces, un hombre que ama los discursos y dirigirse al pueblo, un hombre venerado y aplaudido en cada una de sus acotaciones más inteligentes. El defensor: un abogado de renombre en la ciudad, nunca perdió un caso, considerado un hijo del demonio. Desde el principio, toda acción es extremista. Lo interesante del caso es que ambos el fiscal y el defensor llevan una amistad de décadas, a pesar de sus opiniones encontradas, y una escena que vale oro los muestra sentados en un sillón en la entrada del hotelito donde se hospedaban y analizando, como dos amigos respetuosos, los caminos que los separaron. La escena es gloriosa.

Heredarás el viento, de Stanley Kramer con Spencer Tracy (1960)
Pero quizá lo más valioso de la película transcurre en el momento que se revela que el defensor no era un ateo, como se lo había tildado en un principio, sino un creyente que, lejos de obsesionarse con la palabra del Señor busca el equilibrio entre la fé y la ciencia de un modo objetivo y sumamente respetable.
Heredarás el viento tiene dos versiones cinematográficas conocidas. Una dirigida por Stanley Kramer en 1960 y protagonizada por Spencer Tracy, y el excelente remake del año 1999 con Jack Lemmon y George C. Scott donde se destaca la formidable actuación de ambos. Mi preferencia es la segunda, porque me fascina la dupla de actores, pero la primera versión la iguala en calidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario