Enigmatic Lady

LA EVOLUCIÓN

LA EVOLUCIÓN
¡Me encantó!

jueves, 11 de noviembre de 2010

SUEÑO

La única diferencia entre ayer y hoy es que, al abrir las puertas hacia el balcón terraza, el río había crecido lo suficiente para que haga un charco en el piso con los cachones de agua chispeante que rompían contra la pared. No era cuestión de ser sabio. El río iba a seguir creciendo, así que, cerré las persianas y las ventanas y puse la pava al fuego para hacer un té de mediodía. Lo loco del asunto es que el río presentaba una tonalidad azul griega que en contraste con el blanco níveo de la pared recién pintada hacía que mi mente divisara el Partenón hacia el horizonte.
“él” despierta saltando en camiseta y avanza balanceándose entre la tierra y el aire, aún con los ojos cerrados. La luz que entra por los laterales no lo hace dar cuenta de que el balcón estaba cerrado. Eso y la somnolencia, quizá. Se sienta a la mesa redonda y le sirvo té. Rebosa de felicidad porque hoy no tiene que trabajar. Sigue con los ojos cerrados: apenas los abrió para saludarme hace unos minutos. Por fin, levanta la vista y se pregunta por qué no podía ver el río, pero no tenía ganas de pararse a abrir las ventanas y no... todavía no se sentía muy a gusto con la lengua para hacerla hablar. Unos bostezos y unos sorbos y me dice: ¡A salir!
No había terminado mi té. Quise advertirle: “Mirá que el río se está pasando…”. Cuando me di vuelta, “él” había brincado hacia el dormitorio y se preparaba para salir. Lo seguí y le dije: ..., el río… creció mucho, se está desbordando”. Salió disparado hacia el balcón y no pudo abrir las ventanas por la presión del agua. Subimos dos pisos hasta llegar a la terraza. Parecía una isla. Salvo por la puerta, todo estaba inundado.  Reticente a querer ser testigo de lo que iba a suceder, decidió salir, así como estaba, en calzoncillos y camiseta, y me llevó a rastras. Yo, con el camisoncito verde y las pantuflas levantando tierra, tenía terror de que me vieran con el culo al aire. “él” tomó unas medias de red de un puestito de la feria y me las hizo poner. Eran muy llamativas pero lo que más capturó mi atención eran los colores: amarillo, verde y azul, como la bandera del Brasil. Por consiguiente, entramos a una chocolatería y como nadie atendía, nos subimos al escaparate. Nos acostamos encima de las cajas de presentación y los bombones, jugamos con los cuerpos bien arrimados y nos reíamos de la situación. Unos bigotes de ojos saltones y casco de policía se asoman al vidrio, totalmente azorados. Con la picana en mano, se disponían a entrar pero un tumulto de clientes desesperados por llevarse un regalo dulce le entorpecieron el camino. En el transcurso, habíamos traspasado el vidrio y escapado. Cuando me atreví a dar vuelta la cabeza, un grupo de bigotes venía corriendo tras nosotros. Sólo eran bigotes con casco. Con apuro, busqué una vía de escape hasta que, por encima de unos peldaños, una puerta doble y estrecha señalaba “Cinema”. Parecía que los habíamos perdido. Nos deparaba una subida por escaleras de caracol. Antes de terminar la subida, pudimos precisar la presencia de un puñado de enfermeras vestidas con túnica verde, alpargatas y sombreritos blancos que desmantelaba una oficina, al parecer, clandestina. Una de ellas, que tenía la trompita llena de labial carmesí, nos miró con cierto oprobio como preguntándose: ¿qué hacen estos dos acá? Un peldaño más y una enfermera apunta una jeringa a mi brazo:
–¡Qué bueno que llegaron! Los estábamos esperando. Ya era hora que se detuvieran de una vez.
La enfermera toma mi brazo y “él” logra alejarme.
              –Vamos que me quiere tomar una muestra de sangre –es lo que asumí y, a la vez, imaginaba el vértice de esa aguja pasando por venas de otros, vomitando virus y enfermedades… ¡puaj!
              –De ninguna manera, –adujo la enfermera y, a esta altura del partido, ya tenía cara conocida– este es un remedio para curar a los llamadores por teléfono compulsivos. Con este antídoto, vas a dejar de recibir esas facturas larguísimas llenas de números y cuentas por pagar.
              Un segundo me salvó porque, al oírlo, la idea me pareció brillante pero enseguida pensé que podría tratarse de cualquier cosa. Recordé la aguja metida en las venas de otros y otra vez:
              –¡Noooooo! Ni se te ocurra tocarme –proferí un alarido tan estridente que se me cerraron los ojos.
              “él” no estaba cerca. "Tal vez lo durmieron", pensé. Bajé por las escaleras casi ciega y una hondonada de terror me sucumbió el cerebro pero no me dormí, me mantuve consciente y lista para una estrategia. Al bajar corriendo, quedé en ventaja frente a las enfermeras, que eran unas viejas cachuzas y apenas podían moverse. Tomé prestado un abrigo de piel que encontré colgado en una tienda y me hice pasar por una mujer que miraba vidrieras. Dejé el pelo dentro del saco y me cubrí bien con las solapas del cuello. Pasé desapercibida pero, cuando quise salir, me arrinconaron. Una logró ensartarme la jeringa en el pecho, como lo harían con una dosis de adrenalina, pero la aguja no era tan grande ni tan larga. Le saqué la mano justo cuando iba a apretar el gatillo y aparté la sucia aguja de mi cuerpo. Ahora, en posesión del arma, amenacé a las enfermeras que, asustadizas, comenzaron a desarmar el círculo, sorprendidas. Habían perdido la batalla. Vaya a saber qué cuernos contenía esa jeringa pero, no debía ser nada bueno. Les ladré un poco, proferí algunas palabras  roñosas que conjugaban muy bien con esas caras de sanguijuelas y me mantuve amenazante. “él” se acerca corriendo y me dice que acabó con los policías. ¡Bien! Asunto sellado.
Volvimos al departamento. Estábamos en penumbras. El río había bajado un poco pero un poco no es del todo. Presumo que mirar una película era lo mejor que se podía hacer. Prendo el VHS. Noto que todas las cintas carecen de carátula o título. Pongo una cinta y se reproducen unas imágenes fantasmagóricas que ya conocía. Una luna, señal de ajuste, lluvia, un árbol en la sombra, un pájaro, una mosca, una escalera. No era lo que quería ver pero intento detenerla y no puedo. Cortocircuito y todo se apaga.

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